FILATELIAINCIDENTAL.NET
Reflexiones numismáticas
 © Silvia Amores

La Filatelia no es sólo la única afición posible para un potencial coleccionista. Su hermana, la Numismática, si bien abarca un periodo de tiempo infinitamente mayor que la filatelia, corre de la mano de ésta, y comparte toda la sintomatología descrita en la patología tipo del coleccionista. Desde ese "otro lado" metálico, repleto de Cecas y en donde crece la conocida Flor de Cuño, Silvia Amores nos trae una reflexión sobre el amor a sus monedas que bien puede aplicarse a cualquier otro acto de fe profesado a la Filatelia. Es la respuesta a un compañero del Foro de Numismática sobre un peliagudo tema planteado: ¿Bajo qué justificación psicológica sobrevive nuestra tendencia a coleccionar, a poseer la pieza buscada y a obtener la satisfacción por haberla conseguido?

Silvia es ya una amiga.

 
 
 

Cada uno colecciona por una razón totalmente distinta a la del otro.

Habláis de huecos, de posesión, de finales de colección.... tenéis mucha razón en todo lo que decís y bien explicáis... el coleccionismo, cualquiera que sea su tipo, es la meta final... Algunos la saborean cuando, hueco a hueco, van alcanzándola y tocan esa preciada cinta de gloria...

Mi afición al coleccionismo de monedas no responde a ninguno de esos fines, pero puedo entender vuestros sentimientos porque mas de una vez los he tenido...

Como muchos bien sabéis, empecé a coleccionar hace muy poco. Aprendí de los euros, y callada escuchaba a mis amigos como hablaban, comentaban y sentían ese mundo (me encanta escuchar)...

Y así, poco a poco, hice una poesía de cada moneda, y vi que cada una de ellas tenía vida y una historia que yo debía recordar. Un día, uno de aquellos amigos me preguntó si coleccionaba las emisiones de Juan Carlos I, y le dije que no.

...Es la moneda más bonita que he podido ver hasta ahora... una moneda vietnamita... está hecha a mano, es increible. La miro mil veces cada día y ahora mismo la tengo delante... es preciosa, la figura de Ho Chi Minh (un busto); mantiene los ojos abiertos con dignidad.., me mira..., es como si pudiera hablar del pasado y yo le escucho y anoto todo lo que me hace sentir... y vuelve a estar vivo... La saco de su funda y la rozo con los dedos... y doy gracias a aquel chico que se acordó de mí en tierras tan lejanas...


Pero a la semana siguiente ya había recaudado todas las moneditas que había guardado por casa en otras épocas... y les volví a dar vida... no importa que estén rayadas o las hayan pulido, o alguna poco probable de conseguir, se encuentre un poco desgastada... todas habían sido algo, todas tenían una historia.

Mientras todo esto ocurría, una persona de este foro (una buena persona a la que aprecio mucho ahora) me dijo: "yo colecciono moneda antigua porque ellas si tienen historia... porque la verdadera historia es esa...". Cierto. Sentí cómo aquellas palabras iban poco a poco taladrándome, hasta hacerme convencer de que poco a poco conseguiría encauzar mi colección hacia ellas.

Aaún me queda mucho. Yo colecciono "mundial por años", y en algunos casos por variantes y errores... ¿y porqué no? Quizá nunca llegue a tener muchas de estas monedas en las manos, pero habré rozado la ilusión... y en mi lista habrá una nota que diga: "... solo existe una pieza de este tipo y está en el museo tal..." y la nota acabará: "...visité el museo, la vi con mis ojos... como ella me vió a mi.... y será mía para siempre..."

Más tarde conocí a otra persona de este foro con el que intercambié monedas de Asia y comencé a ver monedas que jamás había pensado que pudiesen existir... a algunos de vosotros ya os lo he explicado: Un día me regaló una moneda preciosa. Vino hace poco de viaje y me la trajo (no sabes cuánto aprecio ese detalle y cuánto me alegra el haberte conocido, Fran)... es la moneda mas bonita que he podido ver hasta ahora... una moneda vietnamita... está hecha a mano, es increible. La miro mil veces cada día y ahora mismo la tengo delante... es preciosa, la figura de Ho Chi Minh (un busto); mantiene los ojos abiertos con dignidad.., me mira..., es como si pudiera hablar del pasado y yo le escucho y anoto todo lo que me hace sentir... y vuelve a estar vivo... La saco de su funda y la rozo con los dedos... y doy gracias a aquel chico que se acordó de mí en tierras tan lejanas...

A veces hay que ir mas allá, no vale la pena seguir el camino más recto si esto hace que al abandonar el largo dejemos de saborear el valor de la amistad. Sé que nunca acabaré de coleccionar ya... sé que mi meta es tan imposible como para muchos confiar en la raza humana.., pero cuando yo muera, los recuerdos mas bonitos volarán conmigo... Y no importa que el valor material de lo que hayas coleccionado se quede aquí, en esta tierra y en otras manos... lo verdaderamente importante es que no te agobie esa meta final y que te lleves contigo lo mas bonito: el placer de las buenas discusiones, la sensación de que te acercas cada vez más al sentido final de tu colección, a su historia (cuánto he aprendido). Y ese valor es algo increible... Pero el mas bonito de todos, el que nunca debemos olvidar, es el sabor de esos ratos en los que te juntas con otras personas que comparten tu afición y esas largas pláticas entorno a la numismática (¿Quién dijo el otro día: "esto es genial, en mi casa mi mujer me pone recto si le hablo de monedas")... Sí. Lo mas bonito es, precisamente, querer a esas monedas por su valor humano, porque gracias a ellas también hemos conocido el valor de la amistad... ¿me equivoco?

No nos engañemos: los objetos personales no nos ayudan a desarrollar nuestra persona ni la identidad, si no que reflejamos en ellos lo que somos, les damos el valor de lo que "ya" somos. Unos les mimamos, les tratamos como si fueran parte de nuestra vida porque lo son y otros les buscamos una meta... unos rellenamos huecos y otros los sentimos, los tocamos... y aprovechamos su camino...


©
 Silvia Amores
Zaragoza 14 de Diciembre de 2002.