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Desde
niño, siempre me llamó la atención ver en
los pasaportes emitidos por la última época de nuestra
dictadura, aquella nota en la página inicial de los mismos,
que advertía de su validez 'Para todos los paises del Mundo,
excepto para ALBANIA".
¿Qué
oscuro conflicto mantendría nuestro régimen con
aquel insignificante país perdido tras los Balcanes?
Luego me dí cuenta que el problema no era ya de nuestro
régimen, permeable incluso a posibles viajes a la URSS
o a la China Comunista con el pertinente visado en orden, sino
de la terriblemente aislacionista situación política
de aquel pequeño estado, cuyos dirigentes se empeñaban
en mantenerlo al margen de 'contaminaciones' y otras nefastas
influencias exteriores.
Cuando
me inicié, casi al tiempo, en el coleccionismo filatélico,
y empecé a manejar los catálogos Yvert, cada
vez que abría el tomo de Europa por la primera página,
irremediablemente volvía a toparme con las primeras y extrañas
emisiones de Albania.Y no digamos cada vez que me planteaba
una utópica ordenación de sellos y de objetivos...
Ahí volvía a aparecer en primer lugar Albania.
Tuve
que concluir que sin duda una fijación había quedado
prendada de mí con respecto a aquel país, y no quedaría
tranquilo hasta afrontar seriamente su estudio histórico
y, por supuesto, filatélico. La gota que colmó definitivamente
el vaso fueron los tristísimos sucesos de la Guerra
de Kosovo, en 1999 y antes, el desesperante éxodo de
sus habitantes hacia occidente en los primeros años
90, primera oleada de cierta magnitud de los posteriores flujos
migratorios de grandes dimensiones, a los que irremisiblemente
Europa tiene que aprender a acostumbrarse.
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Pero
filatélicamente Albania siempre había sido
para mí, y la mayoria de los coleccionistas, uno de esos
paises tabú, por la ingente emisión de efectos pseudo-postales
(cromos), puestos a la venta con fines únicamente comerciales
sin ningún valor postal o filatélico, y destinados
a exaltar las grandes azañas de cosmonautas soviéticos,
los centenarios de sus ideólogos y las reproducciones,
pésimas, de cuadros del Louvre o del Prado, de láminas
de todo tipo de animales, trenes, coches, peces, flores, etc...
Ya sabéis.
Sin embargo las primeras 2 o 3 páginas del catálogo
de Albania, esas que abarcan desde el año 1912/13
al final de la II Guerra Mundial y posterior instauración
de la República Democrática Popular (1947)
estaban llenas de emisiones extrañas, artesanales, sobrecargadas,
conmemorativas de cambios políticos meteóricos,
sellos no emitidos, ocupaciones, emisiones provisionales de guerrilleros,...
un sin fin de material de estudio y catalogación dificilmente
prescindible para un loco estudioso de historia filatélica
como yo.
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Y
es que Albania, por aquella época, fue un territorio
donde, si no se libraron las batallas (reales y diplomáticas)
más importantes de aquellos convulsos años, si fue
escenario donde camparon todos los protagonistas de aquella representación
terriblemente dramática que supusieron las dos guerras
balcánicas, la Primera y
la Segunda Guerra Mundial .
Turcos, Austriacos, Griegos, Italianos, Serbios, Alemanes,
Húngaros, Bosnios, Franceses, Ingleses y por
supuesto, los propios Albaneses, participaron en aquel
pequeño, pobre y escarpado territorio de una puesta en
escena a escala de los posteriores y contemporáneos conflictos
intercontinentales. Y lo verdaderamente interesante es que en
Albania, y más concretamente en su historia filatélica,
quedaron feacientemente grabadas cada una de todas esas vicisitudes
sufridas por un estado, recién nacido, que años
más tarde caería en el más absoluto de los
olvidos y aislamientos.
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Antecedentes históricos:
De
la intensa historia de este territorio, que se remonta al alba
de la civilización Griega, es mejor obviar gran
parte de los detalles. Decir que algunos atribuyen al pueblo albanés
la misma raiz que el primigenio pueblo que habitó la Hélade,
los Pelasgos. En Grecia Clásica, ya era conocido
el pueblo Albanés por Illiria. No fue hasta la llegada
de los romanos en que tuvieron su primera incursión con
voz propia en la Historia. Dedicados al comercio maritimo y la
piratería, Roma lanzó varias campañas sobre
su territorio. La definitiva llegó en el reinado de Tiberio
(9 d.c.) en que el territorio que hoy conocemos por Albania, quedó
dividido entre la Dalmacia, Macedonia y Epiro.
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El
geógrafo Tolomeo (S.II d.C.) atribuyó a aquel
territorio el nombre de Shkiperia (nido de águilas)
y a sus habitantes el de "pobladores de rocas". Desde
entonces, el águila ha sido el símbolo del pueblo
albanés.
Posteriormente quedó integrado en el Imperio Romano
de Oriente, hasta la invasión de los pueblos bárbaros
de origen indoeuropeo, que, llegados del Este y de Norte, expulsaron
a los ilirios hacia las costas. Desde el S. V al VII fueron
asentándose sucesivamente en el territorio montañoso
de los Balcanes los Godos, loa Hunos, los Avaros,
los Serbios, los Croatas y, finalmente, los Búlgaros.
Los albaneses, expulsados hacia las costas, cambiaron su manera
de ser sedentaria por el pastoreo y las costumbres nómadas.
A pesar de las muchas conquistas, gran parte de los antiguos Ilirios,
atrincherados en lo que hoy conocemos por Albania y parte del
Kosovo Yugoslavo, se mantivieron libres del mestizaje generado
por los pueblos invasores.
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Esta
situación se mantuvo hasta la llegada de las tropas
Otómanas, que a partir de finales del S. XIV ocupan
todo el territorio balcánico.
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En
1443, Gjergj Kastrioti, conocido como Skanderbeg capitanea
una rebelión contra las fuerza Turcas y reune a todas la
tribus albanesas en la resistencia común. El éxito
del caudillo mantendrá a raya al Imperio Otómano
hasta poco después de su muerte, acaecida en 1468.
Esos veinticinco años de Independencia, convirtieron a
Skanderbeg en el gran héroe nacional y su insignia
familiar, un águila bicéfala negra, será
en el futuro el emblema de los movimientos guerrilleros independentistas
y del subsiguinete estado contemporáneo.
La historia
de la dominación turca se prolonga hasta el tercer cuarto
del S.XIX, siendo lo más destacable la paulatina conversión
del pueblo albanés al Islam, incluyendo gran parte de sus
cabecillas independentistas, que, paradójicamente, gobiernan
en los pequeños principados autónomos (vilayets)
en los que administrativamente se divide el territorio.
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Skanderbeg,
el héroe nacional albanés
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Tras
la derrota turca contra Rusia en la Guerra de Crimea
de 1877, y tras la firma de los acuerdos de San Estéfano,
Rusia aboga por el reparto del territorio albanés entre
los nuevos principados independientes de Montenegro, Serbia
y Bugaria. La negativa de Gran Bretaña y
del Imperio Austro-Hungaro (que se alían a los turcos,
con tal de no propiciar a los rusos una salida al mediterráneo
mediante las importantes adquisiciones territoriales de la nueva
Gran Bulgaria) obliga al Imperio Ruso a firmar el tratado
de Berlín, en 1878, por el que algunas partes del territorio
Albanés son anexionadas a los nuevos estados, y otra gran
parte permanece bajo dominio turco.
Los importantes acuerdos de San Estéfano, y posteriores,
dieron lugar a una fructífera época de la historia
postal albanesa, que analizaremos más adelante.
En el interior del país comienzan a tomar cuerpo los movimientos
independentistas y la idea de una Albania unida, ideas
amparadas desde la denominada Liga de Pristina. Diferentes
acontecimientos llevan al movimiento independentista a la integración
de éste en la corriente opositora Otómana denominada
de "Los jóvenes turcos", que propugna
la redacción de una Constitución liberal
para el Imperio. Tras conseguir la promulgación de una
Constitución y la instauración de un régimen
constitucional en 1908, y la posterior abdicación del
sultán Abdul Hamid, los Jóvenes Turcos
acceden al poder y, deséntendiéndose de anteriores
apoyos y alianzas, atacan frontalmente a cualquier movimiento
nacionalista surgido del interior de las fronteras del Imperio.
La represión es, si cabe, más violenta que con anteriores
regímenes, y no será hasta el estallido de la
Primera Guerra Balcánica en octubre de 1912, en que
se vislumbre una salida al conflicto. Los albaneses, pese a mantenerse
neutrales en el conflicto, apoyan a Montenegro en su anexión
de territorios del norte. Serbia ocupa también una
gran parte de Albania del Norte y Grecia hace lo
propio con todo el Epiro (Janina y sur de Albania).
Si bien en noviembre de 1912 se proclama desde dentro (Vlore-Valona)
la Independencia de Albania,
no será hasta la Conferencia de Londres de Mayo de 1913
en que las grandes potencias vencedoras en la Guerra Balcánica,
decidan sobre el futuro real del pequeño -pero ampliamente
deseado- territorio albanés.
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Bajo
la tutela de las Grandes Potencias, sobre todo Austria-Hungria
e Italia, que son quienes más la desean, en noviembre
de 1913, y tras la pérdida de Macedonia por
el Imperio Turco en la Segunda Guerra Balcánica,
se establece el nuevo estado de Albania, independiente,
neutral, monárquico y constitucional. El nuevo estado recobrará
la ciudad de Shkoder (capturada por los montenegrinos),
todos los territorios anexionados por Serbia al nordeste,
y una gran parte de población albanesa, la residente en
los recién conquistados territorios de Kosovo y Macedonia,
quedará al margen del nuevo estado.
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Sigue
en : Cap.
1: "Historia Postal durante el dominio turco. El periodo de 1870
a 1913" |
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©
Juan Carlos Prieto
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