NOTA
PREVIA IMPORTANTE:
Si los sellos son nuevos y con goma, tienes que hacerte a la idea de
renunciar definitivamente a conservar su goma original. Si en cambio
son sellos usados y matasellados, el tratamiento es muy eficaz y, realizándose
adecuadamente, no comporta peligro para los sellos. Ciertas tintas a
la anilina y algunas emisiones especiales no soportan, aún así,
el tratamiento, por lo que es necesario hacer una prueba sobre un sello
similar (de la misma serie) que no tenga valor o esté ya deteriorado.
He aquí la receta que ya era conocida en tiempos de nuestros
abuelos filatélicos:
Preparar dos soluciones con las siguientes proporciones de agua y producto
(Si se puede, es mejor utilizar siempre agua destilada, si no, basta
con la del grifo):
Solución A:
Permanganato de Potasio (o potasa) al 2 %
. Es decir, por cada gramo de permanganato, 5 cl. de agua. O lo que
es lo mismo, una cucharadita de moka (4 grs.) más el equivalente
a una caña de cerveza en agua (20 cl.). Lo que, por cierto, no
deja de ser una cantidad elevadísima de solución.
Solución
B:
Acido cítrico al 2 % (Sustituible,
como todos sabéis, por un buen zumo de limón).
Ambos
productos se encuentran facilmente en cualquier tienda especializada
en venta de productos químicos, en farmacias o droguerías
tradicionales o en las cajas de "Cheminova" de vuestro hijos.
Como
norma, y para una sesión de trabajo intensa, conviene hacer el
doble de solución A, porque ésta se gasta antes.
No obstante, es estrictamente recomendable y necesario trabajar siempre
sello a sello. Una vez finalizada la sesión de limpieza, hay
que deshacerse de ambas soluciones, pues no conservan sus propiedades.
Llenamos
un pequeño recipiente (platillo o cuenco abierto) con la solución
A. Introducimos el sello y lo empapamos bien, cuidando que no se formen
bolsas de aire. No debe estar sumergido en esta solución más
de 2 ó 3 minutos.
¡Tranquilos!. El sello se volverá violeta y las manchas
de óxido destacarán con un negro aterrador. No pasa nada.
Introducimos
ahora el sello en un segundo recipiente en el que hemos echado suficiente
solución B, (como para que el sello pueda bañarse y agitarse
dentro del líquido sin estrecheces ni agobios).
Esta
solución ácida hará que se neutralice el efecto
del permanganato (base) y devolverá paulatinamente el color original
al sello, eliminando definitivamente los rastros de óxido. En
esta segunda solución el sello no deberá permanecer más
de 5 minutos, o el tiempo que tarde en recuperar su color original (no
más).
Lavar
posteriormente el sello a la manera tradicional, con agua normal, clara
y abundante, para hacer desaparecer toda taza de productos químicos.
Es ahora cuando la goma original, si la hubiese, terminará desapareciendo
definitivamente.
Durante
todo este proceso descrito anteriormente también se eliminarán
otros restos de suciedad que pudiera tener el sello, así como
ciertas marcas originadas por la goma filtrada. Mucho cuidado de no
eliminar también marcas postales tipo matasellos o sobrecargas.
Si
tras un primer tratamiento vemos que el sello no se ha limpiado suficientemente,
podemos reiniciar el proceso. Pero es siempre aconsejable repetir el
tratamiento a prolongar indebidamente un primero y único. El
papel del sello y sus fibras, terminarían por quedar irremisiblemente
quemadas.
En
procesos de certificación, análisis y expertización
de ciertos sellos, tratamientos como éste salen a la luz. Respecto
a los sellos usados que mantengan correctamente sus matasellos originales
no surge ningún problema, pero ante un sello nuevo, siempre quedará
no sólo la seguridad de haber sufrido este lavado químico,
sino persistirá la duda de saber si tras ese lavado han desaparecido
otras marcas ajenas a la naturaleza de un sello nuevo, y, por supuesto,
cualquier tipo de reengomado quedará en evidencia.
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