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Reflexiones filatélicas. (1)
Reflexiones sobre la actual filatelia
 © Juan Carlos Prieto

Nota:

Bajo este único epígrafe de "reflexiones filatélicas" quiero publicar, a modo de diario, y sin mayor pretensión, algunas reflexiones sobre este actividad de nuestras entretelas. Unas han sido ya publicadas o expuestas en foros como el de Afinsa o el Agora de Filatelia. Otras son inéditas. Buscarles un orden que no sea el puramente anárquico no tiene sentido. Surgen, se vierten y se plasman.

REFLEXIONES SOBRE LA ACTUAL FILATELIA.   (19 - 04 - 2002)

1.- Por mucho que el sello pase por sus peores momentos y tenga posiblemente sus días contados, la Filatelia, como tal, no morirá en tanto en cuanto aún queden dispersos por el mundo miles de millones de esos minúsculos trocitos de papel que un día significaron tanto para la historia postal.

Como muchos otros compañeros de afición, yo tampoco necesio sellos nuevos con todo lo que ya hay por ahí emitido desde hace décadas. Lo único que puede cargarse la Filatelia es el implacable paso del tiempo con sus bichitos, hongos, humedades... ya que, a fin de cuentas hablamos de unos delicadísimos trocitos de papel (sellos, sobres y tintas incluidas).

2.- Admiro, respeto y envidio profundamente a todos y cada uno de los miles de aficionados que se molestan en buscar el último sello emitido, pegarlo en un sobre confeccionando curiosos franqueos mixtos, simétricos o psicodélicos y remitirlos a otros miles de aficionados dispersos por el mundo que a su vez intercambian esfuerzos, pasión, devoción y afición.

3.- Animo, impulso, apoyo y, si puedo, ayudo en todo lo posible a las nuevas generaciones a introducirse por cualquier vía en este tortuoso y "oscuro" mundo, y les reconozco ese ímprobo esfuerzo a veces esteril por acceder a unos mínimos conocimientos que a otros, por edad, o por razones económicas, nos son más asequibles, solo por el hecho de tener en casa un catálogo más o menos universal o más o menos especializado, aunque sea de una edición antigua (me estoy dando cuenta precisamente estos días, al querer actualizar mis viejos tomos del Yvert, que acceder a ese tipo de información tan básica se ha convertido en un verdadero lujo al alcance de muy pocos privilegiados -y éste es otro debate a tener en cuenta-).

4.- Denuncio por intrusismo a los sistemas de franqueo alternativos (sobres con cajetines de Franqueo Pagado, Franqueo Concertado, A Franquear en Destino, Etiquetas Mecánicas, Térmicas y digitales...) que lo único que han conseguido es acelerar la decadencia del sello y fomentar su emisión tan sólo con fines comerciales y especulativos y apartarle de su originario servicio, manteniéndolo tan sólo como objeto coleccionable (no diré cromo)...

Pero, en última instancia, no pretendo hacerles culpables de la muerte ni de la Filatelia como tal (ver punto 1) ni del protagonismo casi exclusivo que hasta hace poco tiempo ha tenido históricamente cualquier Servicio Postal de Correos. Esa posición privilegiada del Servicio Postal es la que realmente corre ahora peligro de extinción, y por ende, la vigencia de cualquier otra forma de franqueo, incluido el sello.

5.- Esto es lo que definitiva e irreversiblemente está condenado a morir. Yo mismo, hace meses que no utilizo un sello de correos para correspondencia no filatélica, pero no porque me lo hayan sustituido por una llamativa ATMs, sino porque el servicio de Correos ya no es el único que cubre mis necesidades en múltitud de las funciones que antes cumplía en exclusiva:

Si quiero escribirme con alguien, casi todos mis destinatarios están conectados a Internet, y podemos cruzarnos tres o cuatro cartas (que no mensajes) en un sólo día.

Si por el contrario necesito una comunicación aún más inmediata la telefonía fija, móvil o por satélite ha conseguido que pueda localizar a cualquier persona en cualquier punto del globo, incluído el Polo Norte, el Everest o el Gran Sol... y a un precio ínfimo en relación con posibles costes postales.

Si lo que quiero es efectuar un envío urgente de unos documentos importantes, puedo elegir cualquier servicio de mensajería local (motorista) o internacional (multinacionales por todos conocidas con flotas de avión propias) que me garantiza la entrega en el plazo de unas horas o de una noche.

Si basta con una copia de esos mismos documentos, a golpe de fax, o de scanner e Internet, consigo que en el plazo de unos segundos se imprima una fotocopia de ese documento en cualquier parte del mundo.

Para todas estas cosas nació el CORREO, y desarrollando su potencial al máximo, alcanzó su apogeo en los dos últimos siglos. Tengo cartas prefilatélicas que puestas en circulación una mañana fueron entregadas a su destinatario esa misma tarde (siendo de distintas localidades), y otras que tardaban tres días en atravesar España y Francia (hoy hace 10 dias que espero una de Bélgica).

Las cartas, simplemente sus sobres, de épocas como la de las grandes Guerras son documentos conmovedores, que reflejan no sólo la imposibilidad de relacionarse de otra forma entre sus remitentes, sino las dificultades inherentes a este tipo de comunicaciones (censuras militares, sellos de ocupaciones, encaminamientos imposibles,...).

Los intrépidos franqueos de vuelos del Zeppeling, o conmemorativos de nuevos enlaces aéreos que abrían efectivamente nuevas rutas para el correo y el transporte de viajeros son auténticos testimonios documentales del esfuerzo del hombre por romper barreras y favorecer la comunicación entre sus semejantes.

Todas esas cosas, para mí, son las que han dado el valor verdadero valor al sello de correos, como mudo testigo e imprescindible intermediador de todo este "trapicheo". Los primeros grabadores de sellos, afortunadamente, supieron crear pequeñas obras de arte que propiciaron la inmediata afición casi unánime por querer coleccionar esos efectos postales. Luego vino todo lo demás: Los matasellos, los franqueos especiales, las variedades, los errores, las curiosidades, el sello conmemorativo, las primeras emisiones puramente especulativas (cáncer que, como sabéis, existe ya desde las primeras décadas del S. XX), las falsificaciones, las exposiciones, las temáticas,... y, por último, la mecanotelia (que en breve será desplazada por la "infotelia" o "digitotelia", con el desarrollo de los ya existentes franqueos digitales domésticos y la consiguiente proliferación de acólitos reclamando para ellos el derecho sucesorio de la Filatelia Tradicional).

Pero verdaderamente..., qué queréis que os diga. Ya no hace ninguna ilusión abrir el buzón de casa, que en el 98 % de los casos está repleto de propaganda no deseada metida en sobres prefanqueados, en comunicaciones de bancos repartidas por un empleado de la entidad o embolsada en el mismo tipo de sobre..., en multas o comunicados urgentes oficiales o plicas judiciales que se esconden tras sobres con franquicia concertada o son entregados por diligentes señores con casco y libreta de firmas. Ocasionalmente llega una felicitación de Navidad con el consabido y repetido sello emitido al efecto, o bien con el de la cara del Rey que año a año cambia de color (por el aumento del facial) y que lustro a lustro degrada sus facciones por el tiraje de una nueva serie "actualizada". Excepcionalmente la llegada de un voluminoso paquete enciende ciertas expectativas, hasta que compruebo que viene franqueado con una colorido coche de época de ¡¡537 ptas. de facial!!.. (ó 3.23 €) Sorprendente.

Entro en casa y al encender el ordenador descubro en mi buzón electrónico una decena de mensajes, todos personales, que verdaderamente me transmiten las emociones que ya no me aporta el correo convencional. Ademas hay varios mensajes importantes: unos me notifican la caducidad de mi firma electrónica en Hacienda, otros me confirman el inminente envio de un lote de sellos desde Italia, Alejandría o la Costa Oeste de los EEUU, y otros me adjuntan la foto escaneada de una sobrina que vive en el extranjero. En total, una docena de mensajes importantes que han obviado el más elemental encaminamiento tradicional, el más infimo franqueo (ni sello calcografiado, ni ATM térmicamente desinsectada, ni una mísera marca de correo aéreo transatlántico con escala en la base de Puerto Pardillo... Nada).

Y esto, queridos amigos, sí que es absolutamente irreversible, y geométricamente predecible. La muerte del correo tradicional está más que anunciada. Por supuesto que la Filatelia permanecerá, pero será dificil actualizar su... ¿repertorio?

Y ahora, volviendo al punto 2 de esta reflexión, admiro a esos románticos aficionados que aún mueven Roma con Santiago para conseguir un sobre franqueado en...¡ La Atlántida !.. y que a ser posible haya viajado por la selva ecuatorial y por 4 bases antárticas. Encomiable, en serio... Pero, ¿No creéis sinceramente que todo ello no deja de ser algo artificial?... ¿Qué sentido tiene mandar una carta desde un sitio en el que tan siquiera te encuentras a un destinatario que, en la mayoría de los casos, eres tú mismo...? ¿Acaso hay algo dentro de ese sobre?... ¿La finalidad de tanto trasiego no es acaso tan especulativa y artificial como amontonar las últimas novedades de una ciega suscripción?... ¿Qué se pretende demostrar...? ¿Que las cartas efectivamente circulan...? ¿Y demostrar esa evidencia en un mundo al que, por cierto, un millar de satélites circunvalan varias veces al día...?

Perdonadme, pero es algo que casi nunca he entendido de la mal llamada Filatelia Moderna. Me parecen situaciones casi siempre demasiado forzadas. Aún así, repito que no sólo admiro y envidio, sino que siempre que pueda secundaré iniciativas como las comentadas desde esta misma página como la de las cartas viajeras por los cinco continentes y cosas parecidas,.. pero insisto,... nos movemos siempre dentro de una realidad falsa e inventada, sin aplicación ni extrapolación en el mundo real.

Cuando verdaderamente tengo algo urgente que comunicarle al capitán del Hespérides, o a su último grumete, me pongo en contacto con él por radio o le mando un mensaje por GSM, UHF, ABS o HIFI. Aún a sabiendas que levan la bodega llena de sacas con cartas de... filatélicos.

La degradación actual del sello como efecto postal es sólo el anticipo de la verdadera crisis que se nos viene encima: la falta de primacía y paulatina sustitución de los Servicios Postales por un variado abanico de otros servicios de comunicación y transporte. Dentro de esa coyuntura, lo que entendemos como Filatelia Moderna, queda alejada definitivamente de la realidad y se convierte en una afición de románticos con demostrada capacidad creativa y conocimiento del medio natural que los acoge (el Correo).

Fdo.: Un filatélico convencido, consternado y, sobre todo, muy probablemente, confundido.