FILATELIAINCIDENTAL.NET
Reflexiones filatélicas. (2)
Estamos sólos, o lo parecemos
 © Juan Carlos Prieto

Nota:

Bajo este único epígrafe de "reflexiones filatélicas" quiero publicar, a modo de diario, y sin mayor pretensión, algunas reflexiones sobre este actividad de nuestras entretelas. Unas han sido ya publicadas o expuestas en foros como el de Afinsa o el Agora de Filatelia. Otras son inéditas. Buscarles un orden que no sea el puramente anárquico no tiene sentido. Surgen, se vierten y se plasman.

ESTAMOS SOLOS, O LO PARECEMOS

(....)

Por cierto, y siguiendo con el tema del 'ocultismo filatélico', he leído por aquí algo que me recordaba al símil ese del elefante entrando en una cacharrería... Digo yo que hay formas y formas de pedir paso.
Por otra parte, llevo desde pequeño dedicándome al coleccionismo del sello y en ningún momento (hasta tal vez estos tortuosos y extraños tiempos de foros virtuales -que no zocos- y subastas a golpe de ratón), repito, en ningún momento he tenido la necesidad de "entrar" en ningún círculo, ni abierto ni restringido, salvo en los corrillos que domingo a domingo se formaban (y siguen formándose) en la Plaza Mayor alrededor de un vendedor de los de 'a pie'... Y aún así en esos casos, me daba hasta vergüenza molestar, hacer acto de presencia o entablar el breve diálogo previo a un buen trueque o venta.

La filatelia es una de las aficiones más egóticas a las que un ser social puede dedicarse (y si no, que se lo digan a mi mujer). Basta con un mínimo de conocimientos básicos (a los que se accede a través de:

A.- Un familiar o amigo.
B.- Un libro (ese extraño y curioso objeto en desuso)
C.- En su lugar, cierta pericia internaútica para tener acceso a miles de páginas de iniciación y captación.

Luego viene el resto: los sellos, los materiales básicos que se aconsejan en cualquiera de los tres apartados mencionados arriba y... lo que considero más importante: estar dispuesto a pasar horas y horas sentado ante una mesa... Lo de relacionarse con otros filatélicos forma parte del folklore y, aunque para muchos es básico, es condición perfectamente prescindible. También hay clubs de fans de Antonio Gala, Corín Tellado o Arturo Pérez Reverte (por citar algunos de los más "vendibles" y nadie pretende, sin embargo, que para leer y apreciar un libro suyo haya que convocar a cien contertulios a una lectura pública.

Por otra parte... ¿Os habéis dado cuenta de lo cerrados, obtusos y herméticos que son los futbolistas ante la prensa?... y sin embargo hay millones de aficionados al futbol.

Reconozcámoslo. Por mucho que compartamos afición, por muchas horas que pasemos ante el ordenador "chateando" o compartiendo experiencias en foros, por muchas asociaciones por las que paguemos las consabidas cuotas, la Filatelia es, ante todo, trabajo individualista, introspectivo, reflexivo y ermitaño, en el que cada brujo, poco a poco, va elaborando su pequeño-gran libro de conjuros, hechizos, remedios y pócimas. Tan sólo alguno de esos conjuros ve la luz de tanto en tanto para ser compartido por la gran masa de mortales aprendices que, paciente, espera el desliz de algún que otro Gran Maestro entregado a iluminar y enseñar al que no sabe, para inmediatamente, transcribirlo íntegro y con minuciosidad en el suyo propio.

Luego, de vez en cuando, se hace notar el
otro yo propio de todo coleccionista-humano, el exibicionista, el que necesita la aprobación y la aclamación del resto de la tribu, el que reconoce su calidad de ser social a pesar de todo y que busca infatigable la admiración y el reconocimiento en los de su especie.

Entonces llega la presentación en sociedad del tesoro acumulado durante años, el "mira, niño, pero no toques", el "ésto sólo lo tengo yo", el pavoneo y la más que dudosa "puesta en común" de lo más sagrado de nuestra propiedad privada.


Y aún así, mira que somos gente rara, pues con todos estos antecedentes hasta somos capaces de hacer amigos.

Es lo que tiene la Filatelia.